A veces abrazamos a la muerte
que envuelve entre sus brazos el olvido,
que mece entre silencios a las musas,
aquellas que en el alma se han dormido.
A veces, es el tiempo el que se aleja,
despacio, como lobo fugitivo,
llevándose en el aire aquellos versos
que nacen pero que aún no hemos parido.
Y llega en un momento de la noche,
como llegan los pasos al camino,
un leve y gris susurro que despierta
de nuevo aquella musa de su olvido.
Es la resurrección, es el momento,
el éxtasis, el fuego, el yo y el grito,
que dentro de tu alma de poeta
despierta nuevamente los sentidos.
Podrán dormir por años o por meses,
por horas o segundos, pero fijo
que llegará un momento que de nuevo
abracen tus silencios con sus gritos.
Podrán dormir las musas en tu alma,
podrá el silencio ser tu amante herido,
pero quién tiene alma de poeta
ha de volver de nuevo a su destino,
a parir esos versos que quedaron
guardados en el fondo de sí mismo.
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