martes, 25 de marzo de 2008

¿cuanto vale una sonrisa?

Tengo una compañera de trabajo que está un poco como una cabra.
Ayer me decía que cuando uno pierde algo normalmente se vuelve loco buscándolo hasta que lo encuentra, sobretodo si es algo importante, y que eso mismo se hace con las cosas que no son materiales.
Ella dice que yo debería buscar de nuevo las cosas que he perdido y debería sonreir más.
Es como una conjugación verbal durante una lección del colegio.
Yo sonreía; yo perdí esa sonrisa; yo volví a sonreir; yo volví a perder esa sonrisa....
La realidad es que tal vez no mi sonrisa, pero si mis sensaciones, han ido variando mucho en los últimos tiempos.
Pasé de ser una persona feliz a volverme una persona triste por una serie de circunstancias.
Cuando esas circunstancias cambiaron y creí que nunca habría nada que me haría feliz de nuevo encontré mi motivo principal de felicidad y volví a sonreir, y cuando creí que esa felicidad sería definitiva volví a perderla y de nuevo llegó la tristeza.
Es como estar montada en una montaña rusa y hacer un viaje que nunca termina, oscilando continuamente de un estado de ánimo a otro empujada por las circunstancias de la vida que en este caso son los railes que empujan el coche de mi vida convertido en el coche de esa no tan fantasiosa montaña.
Mi compañera me apostó ayer que aunque fuera por un rato conseguiría hacerme reir.
Y acabo de perder la apuesta. Cuando me he levantado esta mañana tenía un montón de mensajes en el messenger.
Exactamente un montón de chistes. Me ha mandado tantos chistes que sería imposible no sonreir solo de imaginarla enviandolos uno detrás de otro (y eso que algunos no son muy buenos)
en vez de estar trabajando que es lo que se supone que tendría que hacer.
Supongo que como no tenemos mucho trabajo ahora es otra manera de pasar el tiempo.
Pero tal vez el mejor motivo para sonreir no sean los chistes, sea el detalle.
Y es que en el fondo aunque los problemas no desaparecen porque uno lo desee, tal vez es cierto que podemos hacerlos más llevaderos teniendo gente que de vez en cuando nos regalé una pequeña cosa para enseñarnos cuanto vale una sonrisa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una sonrisa es impagable. A mi me alimenta ver sonreir a los que me rodean. Lástima que además de eso me haga falta el chocolate y demás... que sino tendría un tipazo alucinante.

Lo confieso publicamente Laura, yo te he visto sonreir. Me han dicho que ayer me saludaste.

Un beso.

Y disfruta de tus princesas. Qué bien se lo han debido de pasar en el pueblo. Cómo me gustaría escaparme a mi también.

Laura dijo...

Claro que me has visto sonreir, porque sonreir sé ¿eh? aunque algunas veces me cueste, pero con cierta gente no me cuesta nada y tu eres una de esas personas.
Y no presumas tanto, que yo también te he visto y precisamente no creo que seas de la gente a la que le afecte mucho el chocolate, que eres guapa y no tienes tan mal tipo chica, si hasta mi hija dice que eres muy guapa y esta es muy crítica con todo el mundo jajaja.
Te saludé, pero fué un saludo corto porque tenía que irme al médico, al banco y a arreglar alguna cosita más, otro dia ya te escribiré una carta larguísima para que te aburras un poco.
Lo que sí voy a mandarte es algo que me han mandado a mí, ya verás que bonito...te lo dejó en tu correo y me voy que entro antes a trabajar hoy.

Un besazo Ale.

Datos personales

Seguidores