miércoles, 26 de marzo de 2008

cada minuto, una vida

Acabo de leer las últimas noticias sobre la pequeña Mari Luz.
Y se me han venido a la mente otros niños que hace tiempo faltan de sus casas y de los que aún no se sabe nada.
Por eso, por que yo soy madre, porque sé como muchas otras personas lo que significan los hijos en la vida de cada uno de nosotros y me duele la sola idea de imaginar que un dia yo pudiera perder a una de las mias, hoy no puedo dejar de sentir un poco de esa angustia que estarán sintiendo esas personas que no pueden abrazar a sus pequeños, que no pueden besarlos o llevarlos de la mano por la calle y jugar con ellos.
No puedo ni siquiera imaginar que pasaría si mañana por la noche fuera yo la que tuviera que ver en mi casa una cama vacia; si no escuchara una voz que tanto necesito; si no supiera donde está una de mis pequeñas ni que puede haberle sucedido y si tuviera que mirar durante las noches al vacio y pensar que tal vez esté sufriendo y yo no puedo hacer nada.
Supongo que esa debe ser la impotencia más grande para cualquier padre y el temor más oculto que todos albergamos en el fondo de nuestro corazón.
Porque tenemos que dar gracias por poder mirarles a los ojos todos los dias, por poder sentirlos a nuestro lado, pero también tenemos que ser conscientes de que eso le pasa a otros pero ninguno estamos al cién por cién libres de que algo así pueda ocurrir.
Por ese motivo supongo que cada minuto que tengo la suerte de compartir con mis hijas es como una vida entera.
Una vida que debo aprovechar; una vida que debo exprimir disfrutando de cada uno de esos minutos y dando gracias porque tengo tres ángeles maravillosos y sobretodo porque están bién, porque a pesar de todo, están bién y conmigo.
Sé que habrá mucha gente que sentirá el dolor de esas personas aunque nunca podamos llegar a imaginar hasta que punto ese dolor debe ser de intenso, y sé que ninguno de nosotros podemos hacer nada por esos padres excepto pedir; pedir porque un dia todo esto se convierta en un mal sueño y puedan volver a abrazar a sus hijos y los que no podrán hacerlo, simplemente pedir por ellos, porque logren superar algo que seguramente no se puede superar.
Hoy si tuviera que explicar lo que siento al leer noticias como esta no podría decirlo, porque veo a mis hijas y no puedo imaginarme sin ellas, pero sí se que desde aquí pediremos por todos esos pequeños que desde hace mucho tiempo no pueden recibir el abrazo de sus padres, sus caricias y no pueden sentirse seguros junto a ellos.
Aunque no lo entienda; aunque nunca pueda entender porque ocurren estas cosas y porque la vida permite que echos como estos sucedan.
No voy a decir que me siento como esos padres. Los padres de Marí Luz, de Yeremí, de Amparo,de Yaiza, de Madeleine y de tantos otros a los que no se les da tanta publicidad, porque no puedo ni siquiera aproximarme a lo que estarán sintiendo ellos, pero si puedo decir a todo el que tenga hijos que los disfrute, que hoy cuando llegue a casa se pare un minuto a mirarlos y a dar las gracias por tener la inmensa suerte de no estar en el lugar de estos otros padres, un terrible lugar que ninguno querriamos ocupar.
Y desde aquí un beso a todos ellos y el deseo más fuerte de que todo acabe pronto de forma feliz.

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