domingo, 17 de febrero de 2008

Paroxetina

Esa es mi palabra mágica.
Los ladrones de Aladin tenían su "abreté sésamo", el hada de cenicienta su "dibididabididu" y hasta los mosqueteros su "uno para todos...." que tan famoso hizo Alejandro Dumas.
Pues mi palabra mágica es Paroxetina.
Porque gracias a ella, mi vida hoy es una vida tranquila, relajada y relativamente feliz.
Sé que esta felicidad no es una felicidad real, que mi realidad es una realidad inducida y que depende de una pequeña pastilla blanca, pero gracias a ella he pasado de momentos de angustia, de llanto, de negación y de deseos de un final, a seguir luchando todos los dias, a tomarme las cosas con más calma y no voy a decir que ha pasar de todo, pero sí a tener la sensación de que todo da lo mismo o de que las cosas no tienen la excesiva importancia que les daba antes.
Hoy antes de tomarme mi pastilla me quedé mirándola.
Una especie de sentimiento entre la culpa y la necesidad que tengo todos los dias cuando pienso que no sé si es malo o bueno que mi vida ahora mismo dependa de ella y casí, casí, gire en torno a ella también.
Pero al igual que los ladrones no podian llegar a su tesoro sin su palabra mágica, que el hada no habría podido convertir la calabaza en carroza sin repetir su extraño sortilegio o que los mosqueteros encontraban el valor para enfrentarse a la lucha en esa frasecilla mil veces repetida con auténtica fé, mi vida no podría llevarla adelante sin la ayuda de esa pequeña compañera que todos los dias se introduce en mi mente para indicarle o más bién para mandarle que controle mi sistema nervioso y por lo tanto mis percepciones y mis reacciones ante las cosas.
Recuerdo que cuando me dijeron que tenía que volver a tomarla no quería hacerlo; creía haber conseguido controlar mi vida por mí misma, ser capaz de afrontar las cosas sin ayuda, y para mí era un fracaso tener que regresar de nuevo a soportar su callada compañía.
Hoy me alegro de haber hecho caso y de haberme dado cuenta de que sola no podia, porque he vuelto a encontrar dentro de mis escasas posibilidades un punto de partida para algo, aunque aún la meta esté muy lejana.
Sigo sin saber muchas veces si será bueno depender de esa pequeña pastilla blanca para vivir, para ser alguién todos los dias; pero bueno o malo es mi palabra mágica, mi compañera invisible, la que guía mi mente, y gracias a ella estoy aquí y al menos de momento estoy mejor.
Puede que si un dia vuelvo a luchar por mí misma no sea ahora mismo, sea dentro de un tiempo cuando esté más preparada, pero esta vez no voy a dejar mi medicación hasta no estar segura de que cuando lo haga podré levantar la cabeza y gritar a pleno pulmón: " HE VUELTO".

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