domingo, 18 de noviembre de 2007

lo que soñamos

"El que no es bello a los veinte,ni fuerte a los treinta,
ni rico a los cuarenta,ni sabio a los cincuenta, nunca será
ni bello, ni fuerte, ni rico, ni sabio."
George Herbert.

Y cuanta razón hay en sus palabras!!

Puede que sea una buena reflexión para darnos cuenta de las oportunidades que perdemos a lo largo de la vida, o de las que dejamos pasar.
Porque como humanos que somos, seguramente cuando van pasando los años soñamos con ser aquello en lo que tal vez un dia tuvimos la oportunidad de convertirnos, pero que dejamos pasar.
Puede que en lo que se refiere a lo simplemente físico, no ......pero eso es lo menos importante.
Sin embargo solemos tener la manía de bebernos la vida demasiado deprisa en la juventud y cuando nos convertimos en adultos nos damos cuenta de los errores que cometimos y que no tienen vuelta atrás.
Yo ciertamente lo pienso alguna vez. Me planteo como habría sido mi vida si no hubiera dado los pasos que dí en un momento dado, si no hubiera echo las elecciones que hice.
Puede que no tenga mucho sentido puesto que ya no puedo cambiarlo, e incluso puede que si no hubiera elejido la senda que caminé en su momento, hoy aunque algunas cosas indudablemente habrian sido mejores, también habría dejado en el camino muchas cosas buenas que son fruto, aunque parezca una incoherencia, de las malas que me llevé conmigo.
Pero a mí en el fondo me gustaría soñar en este momento.
Y si pudiera dar marcha atrás creo que no elejiría intentar ser rica, aunque sí fuerte, bella (más por dentro que por fuera) y sabia, al menos lo suficientemente sabia para no volver a equivocarme.
Pero si me dejarán soñar más aún creo que me gustaría cambiarme y dejar de ser una persona por unos instantes.
Me convertiría en la golondrina de Andersen, en la pequeña Grettel, en el anciano Gieppetto o en campanilla.
Creo que sería el capitán Hackab persiguiendo a mi propia Moby Dick, o que viajaría en el Nautilus convertida en una estrella de la colección del capitan Nemo.... sería la carroza que llevó a la cenicienta a su baile o tal vez Sancho Panza en los desvarios locos de algún Don Quijote.
Tal vez pudiera convertirme en una pequeña liliputiense o en un enorme gigante para trepar por la planta del guisante que me llevaría a mi mundo solitario y feliz.
O tal vez simplemente sería un patito feo....un patito feo que un dia se miraria en el espejo de la vida y se daría cuenta de que se ha convertido en un cisne.
Pero fuera lo que fuera, en mis sueños, saldría de la realidad para ser el personaje de un cuento, la protagonista de una novela, la dueña de mi propia historia.
Y tal vez cuando pasara de los cincuenta podría decir que no llegué a ser bella, ni rica, ni fuerte, ni sabia.....pero que llegué a ser feliz.
Eso es lo que le falta a mi cuento, un colorín colorado rematado por un crepúsculo de felicidad.
Pero mi cuento también tiene sus momentos bellos.
Y ultimamente algunas noches yo soy como la ratita presumida, me siento en mi ordenador, barriendo lo que no me gusta de mi vida y cantando mientras espero.
Y ultimamente algunas noches mi principe, no es una rana....es una promesa lanzada al viento y recojida dulcemente por las manos de un hombre sin rostro, igual que un zapatito de cristal.
Porque tal vez George Herbert solo cometió un error cuando dijo algo tan cierto.
No pensó que las personas tenemos una capacidad increible para trasmutarnos en nuestras propias ilusiones, y no pensó que tal vez todos podemos ser lo que queramos, aunque nunca lleguemos a serlo más allá de los sueños.
De vez en cuando también es bonito soñar, y disfrazar nuestras almas y dejar a un lado la realidad para evadirnos lejos, aunque siempre tengamos que tener en cuenta que nuestro viaje es un viaje muy corto, y que acaba en el momento en que la vida nos vuelve a enseñar la realidad tal como es, igual que el fantasma del presente en el cuento de navidad.
Pero a fín de cuentas, aunque debamos volver a la realidad....!que hermosa es la vida mientras estamos soñando!....y solo por ese minusculo pedazo de libertad, tal vez merecen la pena los sueños.

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