sábado, 17 de noviembre de 2007

el equilibrio de mi propio desequilibrio

Ayer volví a tener un dia malo.
Sin un motivo concreto, pero fué uno de esos dias horribilis que tenemos que pasar por obligación.
La verdad es que no creo que necesite tener un motivo concreto.
Lo que pasa es que algunas veces me da por pensar y creo que tengo una vida que es una auténtica porquería ( aunque me lo tomaré con humor por si acaso).
Lo más gracioso de todo es que si lo pienso me doy cuenta de que seguramente a muy poca gente le gustaría estar en mi situación: divorciada, con tres hijas pequeñas a las que mantener, un sueldo absolutamente ridículo que no te llega más que hasta el dia 15 y eso con mucho esfuerzo.
Por no tener no tengo casa propia, ni coche, ni me voy nunca de vacaciones, o a tomar una caña o al cine por la noche.....vamos, !una vida genial!.
Pero al menos de momento hay algo que puedo mantener....mi ordenador, mi válvula de escape (aunque lo mantengo solo porque es muchas veces mi único medio de evadirme cuando no trabajo y paso mucho tiempo en casa).
Y sin embargo creo que a mí hay algo que me pesa más que todo eso.
La soledad.....
Sé que debería estar muy echa a ella, pero seguramente muchas veces todos echamos de menos aquello que no hemos tenido, y yo no soy una excepción.
Yo sé que es dificil encontrar a alguién dispuesto a aceptarme, no a mí, sino la maravillosa carga que llevo conmigo, y que cuando la gente se entera de que existen tres garbancillos en algún lugar de mi vida, ponen unas caras extrañas y se inventan mil excusas para donde dijeron digo decir diego en un momento.
Además no entiendo la mania que tienen la mayoría de los hombres (y no quiero generalizar)
para cuando encuentran una mujer a partir de los 40 y divorciada clasificarnos inmediatamente en dos categorias:
La de las mujeres desesperadas que se abren de piernas con cualquiera y que solo buscan rollos momentaneos para darle salida a su líbido o bién la de las amargadas que no saben disfrutar de la vida y a las que nadie miraria porque son demasiado poco pibones para atraer a un hombre.
Pues aunque a mí mis amigos me han dicho muchas veces que mas o menos esa es la idea que tienen los hombres de las mujeres maduras y solas, yo no me veo reflejada en ninguna de las dos.
A fín de cuentas yo soy una madre que trabaja fuera de casa, pero a la que la gusta jugar al baloncesto con sus hijas cuando tiene tiempo libre y participar en los partidos de padres contra hijos del equipo de baloncesto de mis chicas; una madre que puede tirarse por el suelo o montarse en los columpios del parque con la pequeña, hablar por el messenger con los amigos de la mayor o marcharme con la mediana a ver una exposición y luego llegar a casa y ponerlo todo perdido de barro mientras intentamos hacer una superestupenda escultura que nunca sale.
Yo no me considero una amargada, al contrario, creo que cuando estoy bien soy una persona guay (definición de mis tres hijas cuando estamos juntas), ni tampoco una persona desesperada por encontrar a alguién que me caliente la cama.
Pero si me considero rara en un punto.
En el punto de seguir esperando encontrar algún dia alguién con quién compartir mis aficiones, con quién pasear de la mano, alguién que cuando llego por la noche del trabajo esté ahí para preguntarme como me ha ido el dia o para contarme como le ha ido a él, y alguién a quién abrazar por las noches para sentir que no estamos solos.
Creo que mi rareza estriba en que tal vez me confundí de época.
En que yo busco una pareja estilo película de los años 50 y esas ya no existen.
Y tal vez eso es lo que más me pesa.
La soledad, y no solo la soledad, sino esa íntima certeza de que es casi imposible que un dia pueda encontrar alguien así.
Ayer una amiga me decia que para eso hay que rezarle a San Antonio.
Yo como soy poco creyente creo que no le molestaré, porque no creo que me haga mucho caso ya que otras veces no se lo hago yo.
De todas formas mi amiga no le reza a San Antonio...se arregla, se pinta y se vá por las noches a tomar unas cañas a algún pub, y ella no ha encontrado su principe azul, pero puede que alguna vez hasta se haya aproximado. Pero vamos, que ella no reza, actua directamente que debe resultar más efectivo.
Yo creo que seguiré soñando.
Puede que algún dia me despierte y haya ocurrido el milagro, !quién sabe!.
Y si no ocurre, llegará un dia, cuando haya cumplido los 90, en que miraré hacia atrás y me daré cuenta de que perdí la vida esperando, pero que con la tontería de la espera la vida ha pasado al final y yo he conseguido superarla.
Bueno...sea como sea me fiaré del destino. Nunca se sabe lo que nos puede tener preparado.

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