Anoche no podía dormir.
Así que me levanté, me senté en el salón con las luces apagadas y me dediqué a pensar.
Quería encontrar el porqué de que ocurran las cosas; o si no existe ese porqué, al menos el motivo por el cual tenemos que aceptarlas aunque no las entendamos.
Tengo muchas preguntas en mi cabeza y muy pocas respuestas para ellas.
Quería saber porqué no soy capaz de encontrarme a mí misma y de volver a ser la de antes.
Buscar el motivo por el cual las cosas tienden a afectarme demasiado.
Muchas veces he dicho que me voy ha hacer dura, que no voy a dejar que nada me afecte, que no voy a preocuparme tanto por lo que ocurre a mi alrededor.
Pero no lo consigo.
Así que como otras veces, me quedé aquí a oscuras y me puse a hablar con mi abu.
Sé que habrá gente que piense que estoy como una cabra, y a lo mejor tienen razón.
Que esas conversaciones solo existen en mi cabeza y que en ellas yo soy quién plantea las preguntas y quién las contesta imaginando lo que el me diria.
Se que es imposible que me conteste,ni tan siquiera que me escuche, porque hace mucho tiempo que dejó de oir, de sentir o de estar.
Pero yo suelo hablar con él a menudo aunque sea en conversaciones imaginarias.
Intento imaginarme lo que me diria si estuviera conmigo, y algunas veces prolongo esas conversaciones durante mucho rato.
Me gusta creer que puede oirme.
Me gusta pensar que aunque realmente no me conteste sabé como me siento e intenta ayudarme desde algún lugar.
Quiero creer que no es solo polvo o huesos lo que queda de él allá donde se encuentre.
Puede que realmente sí me falte un tornillo, aunque yo no lo creo.
Yo creo que la gente que ha estado muy unida en vida puede mantener esos lazos una vez que uno de los dos tiene que irse, y aunque sé que corporeamente nunca volverá a mi lado, me gusta pensar que aún hoy sigue aconsejandomé y protegiendome como lo hacía.
No sé si es mi sangre gallega, o tal vez la sangre escocesa que he heredado de mi padre, o la mezcla de las dos, pero yo soy una persona muy supersticiosa.
Y aunque reconozco que pensar en lo que ocurre cuando uno se marcha me da miedo, ahora mismo me da más miedo pensar en la vida, enfrentarme a ella.
Supongo que por eso, cuando me encuentro mal, suelo hacer que vuelva y que me acompañe; que se siente a mi lado como hacia cuando estabamos en el Castro y que me hable...aunque ahora solo pueda hacerlo de una forma ficticia.
Pero de alguna manera, como anoche, yo sé que está ahí, que vela por mí y que si no fuera por el hoy estaría bastante peor de lo que estoy.
Porque poco a poco me encuentro de nuevo más animada y empiezo a dejar atrás la angustia de estos últimos dias.
Eso tal vez me sirva para encontrar mis respuestas con más calma...o al menos para intentarlo.
Para seguir con mi busqueda de lo imposible, de aquello que me ayude a salir del pozo de una vez por todas.
Pero hoy cuando lleguen mis hijas, me servirá para que vean una sonrisa y para sentarme con ellas y acabar esa partida de la play que tenemos pendiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario