Buscamos la felicidad eterna,
aquella que no existe,
queremos que de todos los momentos
queden solo los buenos,
soñamos con borrarnos de la carne
todas las cicatrices,
y vivir en un mundo donde el aire
respire por un sueño.
Ansiamos mil caminos de canela,
cuentos de caramelo,
historias permanentes con azucar
y un poquito de anis,
queremos convertirnos en Rebecas,
Taras o Mary Poppins,
hacer de la existencia una película
con un final feliz.
Y en esta incertidumbre que galopa
por nuestros pensamientos,
agarramos con fuerza cada instante
que trae una alegría.
pensando, si pensamos, que es posible
que todo lo infinito
se llene con la luz que en esta aurora
alegre nuestra vida.
¡Lo malo que se quede en una esquina
colgado de cabeza!
lo malo que se esconda en ese foso
para nunca salir,
que no tengamos nunca que mirarnos
a través de un espejo
y descubrir que existen mil momentos
vestidos de sufrir.
Soñamos con sonrisas permanentes
tatuadas en los lábios,
con cuentos de princesas que se escapen
y se hagan realidad,
por mucho que sepamos que los sueños
son solo una utopía,
¡Que triste que sería la existencia
dejando de soñar!
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