Supimos que existian mil caminos
que sin ser recorridos, eran andados,
mil sendas que coger a ningún sitio
con las huellas dormidas de mil pasos.
Era la incertidumbre del momento
no saber ni siquiera a donde ir,
pero había que andar esos caminos
para poder vivir.
Y de pronto entre el viento una tonada,
una voz dulce, un canto perenne,
seguir el eco intenso que llamaba
o esperar la llamada de la muerte...
Supimos sin saberlo que existian
muchos motivos y pocas razones,
no valian excusas, eran echos
que debian decirnos hacía donde.
Mil caminos que andar y poco tiempo,
apenas ganas y mucho cansancio,
pero con cada paso ese camino
nos iba preparando.
Sendas verdes, azules y magentas
donde escuchar el viento,
donde los ríos cruzan por la aurora
de sus mil universos.
Supimos sin siquiera preguntarnos
que los caminos iban a la nada,
mil pasos cada día, mil esfuerzos
en una noche alba.
¿Nos merece la pena?...preguntamos,
ya nunca lo sabremos,
pero el azar te obliga a elegir siempre
el camino a tus sueños.
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