Se levantó orgulloso sobre el cerro
que morían de noche y nacían de día.
Compañero del tiempo y sus errores,
del sudor del trabajo y de las viñas
capitán empedrado.
Escondite de niños.
Y contador de historias en silencio
que van dejando poso en la memoria
de una generación, después de otra,
hasta el fin de los días.
Osamenta de piedra
donde la hiedra juega a procrearse
y los pájaros buscan
el calor de los nidos.
Alma de argolla y miedo.
Capitán de una nave
de raíces profundas
sus almenas, testigos de otros tiempos,
rompiendo la armonía del paisaje
mientras lo pintan bello
fuerte y majestuoso
allá en lo alto del mundo.
Anciano que no viejo.
Hoy lo vistieron ya en nuevos ropajes
le dieron otra vida
para mutar su alma
en algo compartido
que compartir con todos.
Pero a pesar de todo
cómplice de la historia ,
guardador de secretos,
cobijante del frío
y de aquel primer beso.
Hoy pululan tus gentes
por la estrecha escalera
que forma tus entrañas
como lo hicieron antes
otros, con sus vestidos y sus cotas.
Pero tu continuas vigilando,
en las noches más frías
y los días de fachós,
tu mi viejo castillo
de Castro Caldelas,
igual que aquel gigante
que durmió entre los tiempos
su grandeza infinita.
Viejo amigo, te sueño,
mientras cobijas siempre
el alma de mi abuelo
bajo tu brazo fuerte
y esperas silencioso
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