Me regaló una sonrisa
la niña de largas trenzas,
he hice con ella una cuna
para la luna, en la tierra.
Me regaló su mirada
y yo la volví candela,
para alumbrarme en las noches
que la luna no estuviera.
Y me regaló un abrazo
que del frío me cubriera,
y yo me arropé en sus brazos
como una nana sin letra.
Me regaló su perfume
la niña de largas trenzas
para soñar con su aroma
en mi soledad inmensa
y yo lo guardé en un frasco,
lo guardé bajo la tierra
y lo cubrí con mil hojas
para que no se perdiera.
Se marchó una noche triste
la niña de largas trenzas
y yo me quedé llorando
abrazándome a su ausencia.
Y me quedó su sonrisa,
su mirada, su presencia,
su aroma y el tibio abrazo
que una noche ella me diera.
Me regaló su sonrisa
la niña de largas trenzas
para que nunca olvidara
lo mucho que me quisiera
como yo la amo en las noches
mientras a la luna nueva
la voy meciendo en su cuna
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