lunes, 29 de enero de 2018

EN LA ESPERA

Y tan solo poseo un corazón dormido,
que se está marchitando al compás de las horas,
como el duende que escucha, tras la puerta escondido,
abrazando en su burla el rumor de las sombras.
La pérfida nostalgia se cuela en el silencio,
gris y brumosa estrella rozando las esquinas,
así como Caronte navegaba el infierno
frenético enviado de engaños y mentiras.
Soy dueña de las horas que quedaron varadas
en medio de los mares de escépticas desdichas,
y dueña del recuerdo que anida en mi memoria
cual pájaro que niega del vuelo la partida.
Y me quedan susurros disfrazados de aromas,
miradas en el torno de un convento de dicha,
espejismos sin tregua que cabalgan la noche
y duermen a mi lado velando mi vigilia.
Si me dicen que un día volverás a encontrarme
esperando el regreso como se espera el día,
que escucharé tus pasos y podrá dibujarse
en mis ojos cansados la luz de tu sonrisa
esperaré, sin miedo, como se espera el alba
y tenderé a la noche mi mano adormecida,
para coger la tuya de nuevo y explicarte
que el tiempo no ha borrado aquello que sentía.
Y tan solo poseo un corazón dormido
que murió aquella noche que te fuiste en la sombra
y que espera el momento en que tu amor y el mío
dibujen nuevamente en el mar caracolas,
en la tierra montañas y en el cielo caminos
y recorrerlos juntos más allá de la aurora,
porque solo poseo aquello que no es mío,
lo que tu te llevaste... y mi silencio añora,
 

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