miércoles, 28 de octubre de 2015

VOLUNTARIOS

Este valor dormido de enfrentarse,
de revelarse así, sin juramentos,
de no seguir el ritmo que te marcan
porque es más facil eso y lo sabemos.
Este valor de ser tan diferente,
rompiendo la rutina del silencio,
de inventarse las normas en instantes
siguiendo al corazón y no al sargento.
De salir del redil aún cuando dudes,
de buscar un perfil del firmamento
distinto al que dibujan los mangantes
y quieren imponer los usureros.
Este valor dormido de erigirse
en dueño de tus propios pensamientos,
de plantar la bandera de tu vida
en medio del camino de tus sueños.
Y de llorar si existe algún motivo,
de no ocultar la llave del aprecio,
de tenderle la mano a quién te importa
sin pensar si serán malos o buenos.
Este valor de ser siempre distinto
a todos los que viven en sus huesos
ajenos al dolor de quién camina,
calientes al calor de sus infiernos.
Este valor al que no dan medallas
ni sacan en portadas por sus premios,
que vive de vivir vendiendo vida
y dando vida a muchos seres muertos.
Es el valor ingrato pero dulce
de aquellos que miramos por ser buenos,
de aquellos que se atrevieron un día
a ser de la esperanza mensajeros,
y viven alejados de las normas
que en esta sociedad nos impusieron.
Ese valor dormido de personas
con un valor enorme en sus silencios.


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