
se murió anoche un corazón baldio,
la tierra abraza el cuerpo que se entrega
y el alma huye hacia el mar embravecido.
Una voz que se calla y que le grita
a los sueños pasados y perdidos
se escucha, entre las hojas de los álamos,
cual llanto en la batalla ya vencido.
Puede ser que el silencio se haga dueño
de los pasos profundos del camino,
que en el cielo la noche cubra el manto
de pasados nonatos y nacidos.
Un murmullo que corta las distancias
cual cuchillo que agarra por el filo,
una estrofa de un verso que se ha ahogado
en gargantas que riman sus vestigios.
Y en el fondo de todo, silencioso,
todo aquello que no hemos comprendido,
lo que vive queriendo ser sin serlo,
lo que muere carente de sentido.
Un murmullo se escucha entre los campos,
son campanas que anuncian su destino,
la tierra abraza el cuerpo que se entrega
y el alma se despide sin decirlo,
un letargo de nieve y primavera,
un silencio que sangra en el abismo,
y en el fondo del hueco de la tierra
un recuerdo que muere por los siglos.
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