
de primavera los alegres días
y de los juncos de tu cuerpo brotan
todas las notas de mis melodías.
Como el vinagre que cura la entraña
que de ser muerte se convirtió en vida,
como la espuma que besa en las olas
la amarga ausencia que deja la orilla.
Así yo beso huellas en tus bordes,
luz que se escapa desde tus pupilas,
de tu dulzura me lleno y me embargo,
por tu dulzura muero entre sonrisas.
No sé si espero por desesperada
o es que la ausencia busca lo que evita,
noches de truenos donde no hay tormentas,
cielos sin nubes donde ya no hay vida.
Y este letargo que apenas se ha roto
va despejando trenzas en tu herida,
tu vientre seco que se va empapando
con ese fruto que nace en mi misma.
Más sí que sueño, que los sueños pesan
mil toneladas cuando no se esquivan,
y espero siempre, maldita esperanza
de mil intentos que nunca aterrizan.
Por tu dulzura venderé mi alma
y el equipaje que ella lleva encima,
más yo te juro que aunque nunca llegue
siempre habrá restos de tu luz encinta,
besos bordados con hilos de magia
y un sí perpetuo que sin ti, se olvida.
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