
se suicidan distantes,
regándolas del alba de sus trenzas
de espuma y de mitades,
somos como las luces de la noche
que despiden el día,
que abrazan en las sombras de la tierra
sus huellas y caricias.
Somos campos de fuego sin historias
vírgenes y escondidos,
somos amor y somos flor del miedo
de habernos conocido.
Si nunca habrá un porqué para este miedo
vestido de verguenza,
no habrá una explicación a las miradas
furtivas que se niegan,
¿podremos explicar que es lo que pasa
si tanto nos amamos
para escaparnos siempre del momento
de poder encontrarnos?
Somos lo que sentimos y sabemos
la fuerza de un suspiro,
el pensamiento leve que volando
se duerme en el rocio,
somos lo que queremos sin quererlo
somos el todo y nada,
pero este sinsentido hará que nunca
nuestra historia se abrá,
yo seguiré soñándote en secreto
tu seguiras soñándome sin pausa,
y mientras dejaremos que se muera
este amor, que nos llama.
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