
gritan, callan, olvidan,
empujan con su fuerza el universo
hacía un lugar recóndito
y mientras tanto pasan....
pasan vagando sueños por la aurora,
pasan vagando miedos por el tiempo,
pasan en algún baile exorcizado
cuerpos que se cimbrean imposibles.
Y todos los demonios andrajosos
con los pocos harapos de mi esencia
buscan en mi cabeza,
se refugian calientes en mi alma
y devoran despacio mis entrañas.
Escupen su veneno lentamente,
quiero olvidar, pero ellos me recuerdan
instantes, olores, gestos,
como un director de orquesta
que escribe una partitura
yo escribo tu nombre sordo
en el fondo hueco de una vida triste.
Demonios, mis demonios,
que duermen a mi lado cada noche
empeñados en que tu no te alejes,
que tienen que abrir más estas heridas,
porque en esta función yo soy el títere,
yo soy el arlequín desesperado
que lucha esta batalla ya imposible
de lograr olvidarte.
Y allá están mis demonios recordando
que yo podré perderte cada hora,
pero olvidarte, nunca.
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