martes, 29 de abril de 2008

41

Ayer fué mi cumpleaños.
Cuarenta y un años. La entrada definitiva en el camino de la cuarentena y el momento en que uno definitivamente deja de ser joven para encaminarse poco a poco hacía el ocaso de su vida.
Ayer llegué practicamente a la mitad de esa vida.
No quiero hacer balance de lo que ya ha pasado ni quiero pensar en lo que queda por delante.
Ayer pensaba en las personas que me faltan.
Pensaba en lo deprisa que se pasa el tiempo.
Pensaba en aquella niña que ya no veo en el espejo.
No sé si lo que he hecho hasta ahora ha estado bién o mal; no sé si me he equivocado muchas veces o si he dejado pasar demasiadas oportunidades.
Pero sí sé que mis cuarenta y un años han llegado un poco vacios.
Mi pequeña Manuela me cantó el cumpleaños feliz tantas veces que al final ya no sabía si de verdad esa canción era un motivo de alegria o simplemente era un motivo para dejar pasar el dia como un dia más y no darle la mayor importancia.
Pero al final me llegaron los cuarenta y uno y yo soy como un árbol en mitad de una tierra hierma al que le falta la verdura de un campo sobre sus raices y la compañia de otro árbol que comparta con él el abrazo dormido de las sombras.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchísimas felicidades. Te deseo miles de días y noches sembrados de sonrisas.

Un fuerte abrazo.

Ale

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