martes, 20 de noviembre de 2007

la sorpresa

Hoy tengo unas ganas locas de gritar.
De gritar o de llorar hasta que no me queden fuerzas y acabé rendida en la cama.
Llevo doce horas seguidas trabajando y estoy completamente agotada.
Pero cuando he llegado a casa mis hijas me habían preparado una sorpresa.
Me habian preparado un pastel.
Bueno, o algo que parece un pastel.
Mi cocina está igual que si un huracán se hubiera atrevido a entrar por la ventana y hubiera decidido reirse de mí.
Hay restos de masa de pastel por todos lados, cacharros sucios y el suelo está lleno de harina y de maicena como para hacer dos pasteles más.
Pero no puedo enfadarme.
A pesar de que tengo todavía un rato por delante para recojer todo lo que me han dejado por medio.
A pesar de que lo que menos me apetece ahora, cuando pensaba llegar a casa, darles la cena y acostarlas, es ponerme a limpiar los restos de su lección de cocina.
No puedo enfadarme porque sé que lo han hecho con todo el cariño.
Ellas no piensan en las pocas ganas que tengo de ponerme a recojer ahora, en el cansancio que acumulo, ni en que necesito sentarme y olvidarme un poco de todo.
Lo han hecho con su mejor intención.
Era su recompensa por estar todo el dia fuera, porque saben que muchas veces tengo que trabajar más de lo que debería para que no nos falte de nada.
Y cuando he visto su cara diciendome que cerrará los ojos, que tenian una sorpresa.......
Realmente no puedo enfadarme.
Seguramente ahora mismo me encantaría gritar, patalear y desahogarme.
Me encantaría que no hubieran tenido la feliz idea de hacerme un pastel.
Pero a pesar de todo, antes de recojer, me sentaré con ellas, probaré el pastel que me han hecho e intentaré sonreir.
Se lo merecen.
Se lo merecen por ser unos pequeños angeles, aunque eso sí, algo desastres y un poco liantas.
Pero en el fondo, ni todo el cansancio del mundo hará que deje de merecer la pena la alegria de saber lo que hacen por mí, aunque tenga que pagar las consecuencias.

No hay comentarios:

Datos personales

Seguidores