martes, 9 de octubre de 2007

me preguntó por qué

me preguntó por qué las personas tenemos esa manía de jugar con los sentimientos de los demás.
De izar las ilusiones de otros sobre un mar de sueños invitandoles a un viaje maravilloso, para hundir el barco de sus deseos justo en el momento en que parece que van a llegar a puerto.
De prometer sentimientos imposibles y regalarlos envueltos en papel de colores,para luego negarlos en el momento en que vemos que un sentimiento,por pequeño que sea, puede desembocar en un compromiso.
Me preguntó por qué.
Nos encanta venderle el alma al diablo, especialmete cuando ese alma no es la nuestra; y condenar a otros a recorrer un camino que seguramente nosotros nunca recorreriamos.
Y me pregunto hasta cuando:
hasta cuando seguiremos caminando sin rumbo tan obcecados en conseguir nuestra propia felicidad, o nuestro propio deleite, que no vemos que cada paso que damos nuestras huellas van quedando impresas en el corazón de todos aquellos a los que pisamos.
No sé si existen respuestas en algún sitio, o si simplemente nos hemos acostumbrado tanto a caminar sin ver, sin escuchar, sin pararnos un momento a fijarnos en los que nos rodean, que ya es imposible que podamos dar un paso atrás, detenernos un momento y preguntarle a alguién si quiere compartir nuestro camino....de la mano; sin mentiras, y compartiendo nuestros sueños.
Me preguntó por qué.
Por qué hemos llegado a un punto tan oscuro en nuestras vidas, que las personas tenemos que hablar con un ordenador, con un simple aparato que nunca va a contestarnos, porque ya no hay nadie a quién puedas contarle esas pequeñas dudas que atormentan tu alma.
Y especialmente me preguntó, si en algún lugar, alguién que también habla con su ordenador en el mismo momento que lo hacemos nosotros, sentirá que alguién le está hablando en el silencio,
y será capaz de contestarnos.

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