viernes, 26 de octubre de 2007

lo impredecible

La angustia de lo impredecible anidaba en mi mente, igual que un nido de víboras que se enroscaran lentamente en mi existencia envenenandola con el sonido de sus silenciosos susurros.
Sabía que debía esperar.
Pero esperar ¿qué?.
No podia imaginar cual sería su respuesta.
Y por momentos sentía miedo....miedo de su voz, miedo de mi idiotez, miedo de mi propio miedo.
Deseaba terminar con aquello, saber que era lo que pensaba....pero por otro lado deseaba que permaneciera en silencio, que nunca me diera una respuesta, que desapareciera lo dicho y las palabras volaran muy lejos para no volver nunca.
Me enroscaba sobre mi misma y como un niño en el vientre de su madre sentía el frio que cortaba mi cuerpo, y un dolor profundo que intentaba apoderarse de mí mientras algo superior me arrastraba para alejarme de la seguridad de aquello que conocía.
No quiero pensar....no quiero imaginar siquiera que aquello que pueda decirme sea el principio de mi caida al abismo.
Y esa tormenta que se ha instalado en mi interior ruge cada vez con más fuerza.
¿Porqué no me contesta? ¿Porquè debo esperar si sé que la espera es una muerte disfrazada, que me espera sonriente y pérfida al otro lado del camino?
Pero no sé si quiero escucharle; no sé si quiero saber o si simplemente quiero que todo se quede como está.
Porque quiero querer simplemente.
Pero sé que el silencio es el preludio de un abandono igual que en una mala ópera, es el epitafio de la belleza, de la amistad, de la propia muerte.
Y sé que es impredecible...todo es impredecible.
De pronto me levanto y una lágrima resbala por mi mejilla formando un surco vacio en medio de mi rostro.
Y lo sé.
Sé lo que yo deseo, y sé que mis deseos no son compartidos...se que el calor se ha apagado en la chimenea de la memoria donde no quedan leños para mantenerla encendida; y se que he perdido, que aunque no quiera escucharlo volverá, y me dará su respuesta....porque yo hice la pregunta, pero mi pregunta no puede tener respuesta ninguna.
Y ahora se que quedará la esencia, el aroma de lo que pudo ser y no fué, de lo que quedó perdido mucho antes de que nadie lo encontrará.
Y me preguntó de nuevo: ¿porqué?
Tal vez porque somos cobardes, tal vez porque somos extraños, tal vez simplemente porque no somos lo que soñamos ser....pero sea cual sea el motivo, tal vez simplemente los deseos no pueden cumplirse, porque si se cumplieran sería todo demasiado hermoso.

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