"En la vida humana solo unos cuantos sueños se cumplen; la mayoría se roncan".
Eso lo dijo Enrique Jardiel Poncela, y seguramente tendría mucha razón
Pero seguramente la vida merecería la pena si uno solo de esos sueños se cumpliera...si uno solo de ellos se hiciera realidad aunque todos los demás simplemente se roncaran.
Si de las veinticuatro horas del día, tan solo una fuera de verdadera felicidad.
No de esa felicidad que nos inventamos, y vestimos de risas para engañarnos y hacernos creer que realmente somos felices.....sino de la felicidad auténtica.
Esa que no necesita de risas ni disfraces, esa que hace que tengas un cosquilleo interior cuando llega porque una vocecita dentro de tí te dice....lo tengo.
Esa felicidad que hace que durante unos momentos te sientas pleno, lleno de vida, y dejes de pensar en nada para sumergirte en el gozo de lo imposible.
Puede que nuestro destino sea simplemente acabar roncando nuestras ilusiones mientras esperamos a despertar para volver a envolvernos en la rutina. Pero merecería la pena si de tantos sueños, de tantos deseos, de tantas esperanzas, al menos pudieramos rozar una con la mano.
Y tal vez la verdadera felicidad fuera poder compartirlo.
Poder hablar sin que nadie intenté que le expliquemos lo que decimos, poder callarnos y que en el silencio los demás puedan entendernos.
Aunque podría ser, que la verdadera felicidad, esté simplemente en tener sueños, aunque no se cumplan, aunque se queden en ronquidos que se esfuman con las primeras luces del día...porque tal vez mientras seamos capaces de tener sueños, podremos decir que estamos vivos; que somos,que sentimos....
Y tal vez el motor de nuestra vida sea la esperanza de hacer realidad sueños, que sabemos que nunca llegarán a cumplirse.
En el fondo nosotros mismos formamos parte de un sueño, somos un simple sueño, y como tal algún dia partimos sin equipaje ninguno dejando en el camino, como unica herencia, la huella dormida de aquello que un dia soñamos.
Y nuestros sueños vuelven a vivir en otros convirtiendose en sueños nuevos, o en simples ronquidos.
No sé hasta que punto podemos diferenciar lo verdadero de lo que simplemente imaginamos, pero por si acaso vamos a intentar no dejar de soñar.....no sea que si lo hacemos nos demos cuenta que la vida sin sueños no vale nada.
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