martes, 2 de abril de 2013

FRENTE AL SILENCIO

A mí pequeña y lánguida candela,
hoy quiero regalarte
montañas de caricias que escondidas
juegan en mi cabeza,
y millones de besos de colores
que como un estandarte
pregonen a los vientos que te quiero
del mar hasta la tierra.
Que sepa todo el mundo en este mundo
que solo con besarte
mi vida se convierte en arcoiris
y a despuntar empieza,
que sepan que no existe mayor dicha
que poder abrazarte,
porque eres hija mía lo más grande
que tengo en esta tierra.
Te fuistes apagando como pluma
de cera, hasta encerrarte,
igual que ese capullo chiquitito
que acaba donde empieza,
y todos me decían que la muerte
si no puede esquivarse
se debe recibir con la alegría
de una esperanza nueva.
Pero fuiste más fuerte que las rocas,
más dura que un diamante,
y luchaste sin tregua hasta ganarle
la batalla a la guerra,
y hoy es cada carícia ese milagro
que no puede expresarse
porque sigues sembrando de sonrisas
mi vida y mi existencia.
Jamás nos rendiremos, vida mia,
que es un punto y aparte
todo el tiempo vivido en este reto
que a terminar empieza,
por eso pequeñina yo ahora quiero
desde aquí regalarte
mil besos de colores y mil sueños
para velar tu ausencia,
que allá en lo más profundo de la noche
siempre serás,
mi estrella.

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