viernes, 29 de marzo de 2013

ANTE EL CRISTO DE LOS AJUSTICIADOS

Impotente ante tí caé de rodillas,
llorándole a ese cristo desgarrado,
imagen entre sombras silenciosas
del Jesús, por amor, crucificado.
Mil lágrimas inundan sus mejillas,
en su pecho un dolor que desbocado
rompe por dentro el alma suspendido
por un amor febril y equivocado.
Ese Cristo que duele y que castiga,
que perdona y olvida lo pasado,
mira como su cuerpo se deshace
y sonríe de amor desde lo alto.
_ Perdonamé Señor, te he prometido
olvidar, más no puedo yo olvidarlo,
matamé si no puedo hacer que vuelva
y arráncame la vida, por amarlo_
El Cristo en su silencio se conmueve,
y como si la oyera hace el milagro,
sonrie, y en su rostro de madera
una pequeña luz se ve pasando.
Ese Cristo que vela entre los círios,
siente que un corazón está buscando,
y quiere en el silencio hacerse hombre
buscando a quién ya venga a desclavarlo.
_ Perdonamé Señor, perdón si puedes,
que yo nunca podré ya perdonarlo,
él me juro quererme para siempre
y hoy lleva a otra colgada de su brazo_
Y allá en la iglesia fría echa de invierno
se queda un corazón enamorado,
fundido con el Cristo en cruz prendido
y en su pecho de amante cobijado.
 Ese Cristo en madera le sonríe,
sabe que tanto amor se encuentra a salvo,
él ya no estará solo, lleva dentro
el alma de quién vino aquí a rezarlo.

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