
Hicistes de tu cuerpo
un templo helado,
un refugio dormido de silencio
en la distancia,
no encontraba sonrisas en tu boca
ni brillo en tu mirada,
presentia un abismo inexpugnable
en medio de la noche.
Y cuanto más soñaba con tenerte
más lejos te sentia,
como el viajero perdido que sueña
con un edén dorado,
y solo encuentra rocas y camino
pero no ve horizonte,
porque el sueño se escapa en cada paso
aún pudiendo alcanzarlo.
Estabas a mi lado y pude olerte
como la hierba nueva,
como el olor profundo de la tierra
o el vientre de la madre,
pude rozar mil veces tu cadera
y acariciar tu pecho,
y aún así se rompia entre nosotros
lo que no era distancia.
Hicistes de tu cuerpo una barrera
y del tiempo un castigo,
nada podía romper ese infinito
plantado entre dos almas,
¿porqué seguir luchando y no rendirse
si no habrá recompensa?
no sé, quizas el ansia es solamente fruto
de la terrible estupidez humana.
Hoy solo espero sentada en mi ausencia
mientras te miro,
busco un fugaz resquicio que me invite
a compartir tu espacio,
no existe, no hay nada, tu no mueves
en mi juego una pieza,
y aún así yo me niego a abandonarte
o a perder la esperanza.
Aunque nadie me entienda, ni yo misma,
esto es amor, y sin ti yo soy nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario