miércoles, 11 de febrero de 2009

AMANTE DE LA LUNA


Sentada junto al río
se sonreía,
mientras entre sus manos
el agua tibia
dejaba que escapara
camino al cielo
formando mil estrellas
de hielo y fuego.
Sentada junto al río
la niña bella,
suspiraba y sus ojos
color de arena
reflejaban amores
desesperados
y sonrisas perdidas
en otros lagos.
Un susurro se escapa,
dice un te quiero,
y la luna la escucha
desde el silencio,
y como una respuesta
su blanco rastro
se refleja en el agua
de entre sus manos.
La amante de la luna
quiere marcharse,
escapar junto a ella
y en un instante,
fundirse con el blanco
de su pureza,
y sentirse querida
solo por ella.
Sentada junto al río
la han encontrado
una mañana fría
del mes de marzo,
tan solo una sonrisa
cubre su cuerpo,
y unas gotas de agua
cubren sus dedos,
y mientras ellos lloran,
la niña bella
fundida con la luna
por fín, ya es ella.

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