lunes, 20 de octubre de 2008

Hace ya tiempo

Hace ya tiempo..
yo te regalaba palabras
y tu sonrisas.
Eramos como dos niños
jugando a los cromos,
solo que los nuestros
no eran futbolistas
ni cantantes....
intercambiabamos sueños.
Hoy me pregunto
cuando dejastes de escucharme;
en que momento pasamos
de ser amigos
a ser solo conocidos,
y cuando descubristes
que ya no te gustaban
nuestros juegos.
Lo comprendo, no creas,
y me alegro,
de saber que estas bien
y que tu ahora
le regalas sonrisas
a otros nuevos amigos,
yo no puedo enfadarme....
tal vez me duele un poco
que no me lo dijeras,
que me dejaras sola
en medio de ese patio
esperando tu vuelta,
mientras tu ya jugabas
en otro patio nuevo
a juegos diferentes.
Pero aún así te quiero...
te quiero como amigo
que me entregó sonrisas
cuando no tenía ganas,
te quiero como el hombre
que me enseñó la vida
vista desde otros ojos,
y aquel que me enseñaba
tantas y tantas cosas
con sabores tan dulces.
Hace ya tiempo
que perdí mi tiempo
entre pocas palabras.
Que se quedan dormidas
en mi boca la cosas
que tengo que decirte.
Y aún así me parece
que todo será bueno
mientras tu te sonrias,
y sigas dibujando
girasoles y lunas
en pizarras de tiempo.
Puede ser que algún dia
volvamos a decirnos
que esta amistad es fuerte
y no hay nada ni nadie
que pueda derrumbarla,
que jugemos de nuevo
en el patio de piedra
de los sueños perdidos,
como dos diferentes
y extraños corazones
ajenos al momento.
Te quiero amigo mio,
y hasta sinceramente,
diria que ahora siento
cierta meláncolia,
pero sonrie siempre,
no olvides que yo tengo
cromos para cambiarte
cuando los tengas repes
y palabras que esperan
si un dia nuevamente
tu quieres escucharlas.
Sonrie, y hazlo siempre,
que nada hay más hermoso
que el recuerdo que deja
una sonrisa amiga.
Sonrie y buena suerte
que todo en esta vida
aunque es perecedero
puede dejar tal huella
que nunca lo olvidemos
pues siempre será
parte de todo lo que fuimos
mientras jugamos juntos.
Sonrie, solamente,
sonrie y vuela libre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este me ha llegado al alma. Ni te imaginas cuánto Laura...

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