Contemplé tus ojos un momento.
Tal vez habían perdido su vida,
o tal vez al final la habían encontrado.
No brillaban luces blancas
dibujando canciones en tus pupilas,
pero en medio de la noche que escondias
todavía se podía adivinar el brillo de alguna estrella.
Y me pregunté donde estabas.
Quería alargar las manos
y tocarte;
quería acercar mi rostro
y sentir el calor de tu mejilla.
No podía saber
si volabas tan alto como soñastes
o si simplemente
dormias,
pero quería imaginar
que estabas en algún lugar
donde cuando uno vuela
lo hace sujeto al calor de los cometas.
Contemplé tus ojos un momento
buscando una respuesta.
Tus labios ya no dibujaban sonrisas
pero las sonrisas seguian manando de tu alma.
Y entonces supe que a pesar de todo,
a pesar de que el tiempo
había intentado llevarse tu presencia,
tu seguías aquí,
susurrando palabras muy bajito en mi oido
y pidiendome que de nuevo
cojiera tu mano
y contemplara una estrella
que me dijera esta noche y todas las noches
que nada puede romper
lo que sembró la amistad
y fortalecio el orgullo
de muchas palabras compartidas
y muchos deseos realizados.
1 comentario:
"Contemplé tus ojos un momento
buscando una respuesta
susurrando palabras muy bajito en mi oido
y pidiendome que de nuevo
cojiera tu mano..."
los momentos buenos, no porque pase el tiempo dejarán de serlo...
Publicar un comentario