martes, 17 de junio de 2008

Soledad

Soledad, mi buena amiga
compañera de viaje
por quién me escondí en las sombras
a quién yo lealtad juré
soledad, debo marcharme
más no te dejaré sola
pues haya donde yo vaya
conmigo te llevaré

Soledad, mi compañera
en los años que pasaron,
en los momentos amargos
dulce fruto a mi dolor,
regazo donde guardarme
cuando temblaban las sombras
como confesor de llantos
y llanto del corazón

Soledad que acompañastes
aunque de tí renegara,
perfume de mis ausencias
en perfumero de Dios,
la que siempre estuvo presa
dentro de mi pensamiento
aguardando el imposible
de una leve evocación

Hoy sigues junto a mi lecho
duermes conmigo y me hablas
pero yo quiero dejarte
por buscar un nuevo edén
donde el nectar se haga vida
y la vida en mi renazca
más allá de los recuerdos
que nunca abandonaré

Soledad, mi amante loca
mi propiedad, mi silencio,
mi brújula, mi destino,
todo aquello que sentí,
se queda en tí resguardado
para mis momentos frios
en que te abrace y te sienta
como una parte de mí

¿Volveremos a encontrarnos?
no lo sé, tal vez si huimos,
será entonces cuando sepa
escapar de mi dolor
cuando descubra si puedo
decirte adios y dejarte
sin que se me rompa a trozos
de nuevo, mi corazón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí le puedes decir adiós a la soledad. Ya lo has hecho y está vez no habrá ningún saludo más.
Estás libres de cadenas.

Anónimo dijo...

Laura,

Creo que hay algo que no funciona bien con la hora. Lo acabo de escribir a las 9: 47 y aparece a las 0:47.

Un beso.

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