Ayer en el trabajo estuve discutiendo con un cliente, (discutiendo entre comillas, porque no llegamos a enfadarnos, sino que nos limitamos a intercambiar opiniones, aunque dicho sea de paso normalmente siempre pensamos lo contrario).
El me decía que en esta vida todo tiene un precio, que todo se puede comprar o conseguir y solo depende de lo que nos ofrezcan a cambio.
No monetariamente claro, pero según su opinión todos, absolutamente, todos estamos en venta.
Yo no lo veía de esa forma, pero llegó un momento en que me hizo dudar.
Puede ser que normalmente no lo estemos, al menos la mayoría de nosotros, que tengamos muy claro nuestro planteamiento de vida y aquello que queremos, pero ¿realmente no llegaríamos a vendernos por conseguir lo que deseamos si vemos que es la única manera de obtenerlo?
Creo que fué Ricardo III en la famosa obra de Shakespeare el que dijo aquello de: " un caballo, mi reino por un caballo", o la misma Salomé en la biblia, la que se vendió a Herodes Antipas a cambio de la cabeza del Bautista solo por consumar una venganza.
El propio Judas vendió al maestro por treinta monedas de plata y Himmler a los propios nazis por intentar salvar su cabeza ante la perdida de su estupida hegemonía.
Supongo que hay miles de ejemplos, buenos y malos, de personas que se han vendido por multiples motivos; venganzas, miedos, triunfos, avaricia....
Tal vez ejemplos de personajes poderosos, de personas que codiciaban metas importantes o deseaban salir redimidos de contiendas que llegaron a superarles, pero y nosotros...las personas normales, con vidas normales, que tal vez no aspiramos a demasiado ni tenemos sueños demasiado grandes.
Ayer estaba convencida de que no; de que no todo el mundo tiene un precio.
Hoy me pregunto si verdaderamente en determinadas situaciones, si pudiendo conseguir lo que soñamos (porque lo que está claro es que todos en el fondo tenemos algún sueño irrealizable en la cabeza), no estariamos todos en venta, si no venderiamos todos nuestra alma al diablo en un momento dado a cambio de un minuto, de una vida, en que nuestros más ocultos sueños se pudieran realizar.
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