Esa era hoy la carita de mi hija.
También la de otros muchos niños que han ido a la cabalgata,pero yo no podía quitar los ojos de mi peque.
Es la primera vez en tres años que la llevo a ver a los reyes.
Estaba tan emocionada....porque no era que estuviera contenta, ni nerviosa, era una mezcla de todo, una especie de juego de sentimientos que al final creo que hacian que ni ella misma supiera como estaba.
Cuando subiamos iba cojida de mi mano y no hacia más que preguntarme cuando llegaban, de donde venian, si estaban cansados...porque claro, si habian llegado muy cansados a lo mejor no querían salir y no podiamos verles.
Y de pronto todo eran dudas y problemas.
Porque a lo mejor llegaban a casa antes que nosotras y no le dejaban sus juguetes porque no estaba en la cuna, porque a lo mejor como no conocen Avila no se acuerdan donde vivimos, porque si no se han enterado de que ha sido muy buena...
! Y vaya que se han enterado!, porque en el momento que han pasado se oian sus gritos a distancia (los de mi hija), diciendoles que había sido muy buena, que se había portado muy bién y que les había dejado los deberes en el salón para que vieran todo lo que había estudiado.
Pero lo más bonito de todo es ver esa luz, esa especie de luz que tienen los pequeñajos, ese creer inocente que hace que vivan la cabalgata con tal intensidad, tan convencidos de que esos señores de barbas largas y trajes de colores entrarán esta noche en cada casa y dejarán todo lo que han pedido a cambio de un poco de leche y unas galletas...
Yo hoy la miraba y mi hija irradiaba felicidad, una felicidad contagiosa, nerviosa, incredula y cargada de prisas, de un deseo de que pasen las horas como si fueran minutos, de que todo sea ya, que ha hecho que hasta a nosotros esos reyes magos nos parecieran mágicos durante un rato.
Mi hermano intentaba cojerla, pero no....hoy no era posible.
Hoy la magia estaba en las carrozas, en los pajes, en las luces y en los gigantes...y era una magia que ella se empeñaba en atrapar hasta lo mas mínimo, como con miedo de que algo se le escapara.
Y de vez en cuando se daba la vuelta y me miraba. Me apretaba la mano y me decía: "mira mamí, este es Melchor, y mira,lleva los regalos...y Gaspar mamá, y mira..."
Y de tanto mirar, y de tanto querer explicarme todo lo que estaba viendo, al final no podía explicarme nada.
Ahora como es lógico ya está acostada (aunque me temo que los nervios no la dejan dormir),
porque una vez que ha acabado la cabalgata me ha hecho bajar a casa a toda velocidad.
Mi hermano quería dar una vuelta, pero no... no podiamos ir a ningún lado, que sino los reyes como son mágicos se enteran y luego no vienen.
Lo hemos pasado bien.
Ella convencida de que esos señores maravillosos son por una noche los "hombrecitos de sus sueños" y nosotros disfrutando de ella, de la inocencia de su carita, de su lengua de trapo, de volver a pasar con ella de nuevo una noche como la de hoy todos juntos y de la magia, no la magia de esos reyes, sino la magia de los niños.
Porque hoy es verdaderamente una noche mágica, y lo es porque muchos niños, en muchos sitios esta noche van a unir sus sueños para hacer que las estrellas brillen más, que los mayores nos sintamos un poco niños, y porque no, quiza, para hacer que efectivamente los reyes magos existan aunque no lleven trajes de colores ni viajen en camello.
Pero lo que está claro es que hoy puede que no vengan a ninguna casa reyes de verdad, que no dejen sus regalos sin haber pasado antes por la caja de una tienda o de un centro comercial y que no suenen pasos mágicos en ningún salón...pero hoy es una noche especial, una noche de duendes, una noche de sonrisas...y eso es algo que ningún adulto puede discutir, porque hoy no existen demasiados adultos, hoy la mayoría volvemos a ser un poco niños, hoy seguramente en la gran mayoría de las casas donde haya niños, habrá estrellas y sonrisas para encender esta noche de manera infinita.
1 comentario:
Laura, me alegro que hayas salido a ver la cabalgata. Yo me he conformado viéndola por la tele internacional, intentando que mis hijas entendiesen algo de los Reyes Magos. Y sí, el día siguiente fue muy emocionante y eso que sólo tuvieron un par de regalos. Pero esa emoción de levantarse y mirar debajo del árbol, esas caras, es impagable. Ojalá un año podamos estar en España y puedan vivirlo en directo.
Intentemos vivir todos los días viendo la vida con la expectación e ilusión de unas niñas, de esas niñas que aún viven en nosotras.
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