Anoche no podia dormir.
Si le preguntaran a cualquiera que me conoce diria que eso no es una novedad puesto que yo lo más que duermo son unas cuatro horas de media y eso cuando consigo hacerlo.
La verdad es que tengo unas pastillas para dormir que deben ser estupendas, pero nunca me las tomo y eso me ha provocado alguna que otra discusión con mi médico por mi falta de descanso.
Pero realmente a mí lo que me destroza no es el echo de no dormir, sino el echo de que soy incapaz de conseguir que mi cabeza pare de dar vueltas durante un rato por más que lo intento.
Supongo que por eso sí daría yo lo que fuera.
Por encontrar una fòrmula mágica para no pensar.
Pero anoche estuve preguntándome si merece la pena....
Si merece la pena luchar tanto para al final nunca tener nada.
No puedo decir que la vida sea justa del todo, al menos en muchos aspectos, pero me pregunto si no sería mejor no tener nada desde el principio y así evitarnos el dolor de las perdidas.
Hubo un tiempo en que pensaba que el sufrimiento era algo innato a la felicidad, o a la no felicidad, pero que era la consecuencia lógica fruto de nuestros actos.
Y pensaba que tal vez merecia la pena siempre y cuando las cosas buenas las habiamos disfrutado antes.
Era como un parto pero invertido.
Primero la felicidad....luego, como consecuencia lógica, la tristeza.
Pero supongo que a medida que pasa el tiempo cada vez tengo más dudas.
Yo he tenido la suerte o la desgracia de pasar tal vez por las dos étapas por las que pasan los demás; solo que por regla general la mayoría de la gente solo pasa por una y yo las he recorrido todas.
Tuve que parir a solas mi sufrimiento cuando era fruto de un sufrimiento mayor. El sufrimiento que produce compartir la vida con alguien que solo sabia hacer daño, que solo entendia la vida como una cadena continua de daños y de destrucción. Y me costo mucho tiempo aprender que podia buscar otra vida, que podia existir otra manera de convivir, que yo no era la culpable y que existia gente para la que el amor por otro no significaba posesión, desprecio o castigo.
Y un dia tuve que parir ese segundo hijo llamado dolor, que esta vez fué fruto de una relación hermosa, dulce y llena de ternura.
Pero si lo pienso quizas este segundo parto fué mas doloroso que el primero.
Porque en el primero no esperaba nada.
Pero en el segundo creia tenerlo todo, haber alcanzado la felicidad de una manera definitiva y cuando abrí los ojos me dí cuenta de que me la habían arrebatado.
Y eso es más duro que cualquier sufrimiento.
Cuando uno deja de esperar nada de la vida, cualquier caida, por dolorosa que sea, no deja de ser una caida más.
Pero cuando lo tienes todo, cuando ves tu sonrisa reflejada en otro rostro, cuando tienes la seguridad de que existen unas manos fuertes dispuestas a sujetarte si tropiezas, y de repente, en un segundo, la vida te arrebata aquello que más te importa, entonces te das cuenta de que quizas hubiera sido mejor no tener nada.
No puedes echar de menos aquello que no has conocido, pero se puede echar desesperadamente de menos aquello que has necesitado.
Y supongo que esa será la carga que yo arrastraré eternamente. Llevar conmigo ese inmenso vacio de necesitar recuperar a quién es imposible que vuelva.
Saber que por mucho tiempo que pase siempre quedará un hueco infinito, un vacio inmenso, presidiendo cada minuto de mi existencia.
Hace pocas semanas tuve una recaida.
Y he vuelto a levantarme de nuevo como he podido porque se que no me queda más remedio que hacerlo.
Pero hace unas pocas semanas mi hija la pequeña me hizo una pregunta que no pude contestar.
Supongo que no fuí yo la única que tuvo que sufrir una convivencia terrible y que encontró la luz cuando él entro en nuestras vidas.
Mi hija me preguntó porque no iba a volver nunca....si nunca más ibamos a volver a verle, y lo que es peor, me preguntó porqué se había ido, si era culpa nuestra que se hubiera marchado, si nos habiamos portado mal.
Y no supe explicarselo.
No supe decirle que no era porque nosotras hubieramos sido malas sino porque Dios o quien sea toma decisiones algunas veces que no son justas y nos arrebata aquello que amamos sin explicación ninguna.
Manuela tiene solo cinco años, y supongo que no es facil darle una explicación a una niña cuando nosotros mismos no entendemos las cosas.
Pero sigo pensando que la vida tal vez hubiera sido más justa si no nos hubiera dado nada; en vez de regalarnos la felicidad para luego dejar este vacio imposible de borrar en nuestras vidas.
Y sigo pensando que tal vez no merece la pena.
La felicidad, por ser efímera, tal vez no debería existir.
2 comentarios:
La felicidad sí debe existir, así como los momentos malos, de esta forma sbemos disfrutar con más intensidad de esos pequeños momentos de felicidad cuando se nos presentan en la vida.
Mira Laura, yo soy una mujer, así que no te puedo ofrecer esa parte que echas de menos. Lo que si te puedo ofrecer es una mano, una amistad, una sonrisa. Y lo hago porque creo en ti y se que vas a terminar siendo feliz.
Me encanta el nombre de Manuela, mi madre se llama igual.
Un abrazo.
a. = Ale
Esa parte que yo echo de menos no puede ofrecermela nadie,a no ser que existiera alguien que fuera capaz de hacer un milagro y devolvernos aquello que se nos va.
Yo he perdido muchas oportunidades en esta vida por ser incapaz de olvidar...de olvidarme de alguién o más bién de dejar de querer,y seguramente tu, como mujer, serás capaz de entenderlo.
Y muchas veces una mano, una amistad, una sonrisa, son más importantes de lo que nos imaginamos.
Tu no solo eres una mujer; eres una persona especial, o para mí eres como un angel que ha venido a llenar un hueco importante en mi vida y por eso espero que sigas estando ahí. Aunque no te lo creas es importante saber que estás ahí.
Un beso
Publicar un comentario