Me regalaste un beso y en la noche
se me murió el silencio,
el frío de la aurora se hizo verde
y rama en el camino,
los pájaros cantaban en el cielo
como a través de un sueño,
y se escuchaban cantos de sirena
entre olas de cariño.
Besos de caramelo con sabores
tan duros como tiernos,
agrios en el momento de entregarlos,
dulces al recibirlos,
estrellas de colores en el alma
y saltos sin barreras,
puentes que van uniendo los rincones
salvando los abismos.
Me regalaste un beso de esperanza
con su sabor de cera,
ese pequeño roce que te enciende,
que ignora precipicios,
y yo funambulista sin alambre,
sin sujección ni escala,
me lance en torbellinos a los sueños
de besos consentidos.
Fué tan dulce el momento en que tus labios
como en acto sagrado,
rozaron un instante mi mejilla
pequeños y furtivos
que hasta lloré pensando que un milagro
podía realizarse,
y creo que recé como se reza
a Dios en un suspiro..
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